Milei se desangra y Macri prepara la anexión del Gobierno

El Presidente defendió el equilibrio fiscal como único norte, pero lo hizo sin gritos ni furia, con un tono apagado que refleja debilidad política tras la derrota bonaerense. Mauricio Macri aprovechó la escena: el PRO apoyó el Presupuesto y marcó el primer paso hacia la anexión política de un gobierno exhausto.

Política 16/09/2025
NOTA

El Presupuesta 2026 y un presidente asfixiado

 

 

Javier Milei eligió un tono desconocido: sin puteadas, sin cadenas de furia, con un discurso de manual grabado en Casa Rosada para presentar el Presupuesto 2026. Lo más notorio no fue el contenido —el equilibrio fiscal como “principio no negociable”— sino la forma. El Presidente apareció en modo conciliador, casi dócil, un Milei con menos aire que consignas.

 

El contexto lo explica: derrota electoral en Buenos Aires, escándalos en ANDIS, el fiasco de Libra, los vetos al financiamiento universitario y al Garrahan, el dólar al borde del techo de la banda y un riesgo país en 1200 puntos. En ese escenario, Milei se limitó a repetir que “lo peor ya pasó” y que la piedra angular de su gestión sigue siendo el orden fiscal.

 

Pero las encuestas cuentan otra historia: la caída de expectativas es brutal, la confianza se derrumba y el “estamos mal pero vamos bien” perdió vigencia. Lo que sonó en cadena nacional fue un discurso de agotamiento, sin épica, que no logró entusiasmar ni siquiera a sus propios votantes.

 

El calabrés vengativo y la “franquicia” PRO

 

En política, el vacío no dura: alguien lo ocupa. Mauricio Macri lo sabe. Apenas terminada la cadena nacional, el PRO difundió un comunicado respaldando el Presupuesto de Milei. No fue un gesto menor: fue el primer paso de un plan de anexión. El calabrés vengativo que se sintió despreciado por el libertario ahora le ofrece respaldo, pero con condiciones (incondicionalidades). 

 

El PRO, que alguna vez fue un partido liberal de centroderecha con proyección, hoy funciona como franquicia política de Macri. Y Macri ya piensa en un Anschluss a la argentina: absorber al gobierno libertario, imponer orden y presentarse como garante de institucionalidad. 

 

No busca cogobierno, busca rendición incondicional aunque en las formas Milei siga siendo Presidente.

 

Santiago Caputo lo entendió: el estratega de la “moderación” viene tejiendo puentes con el macrismo para desplazar al ala Menem–Pareja y armar un esquema de coalición con Macri en el centro. Caputo juega a salvar su propia supervivencia, pero en ese movimiento abre la puerta a la cooptación completa del oficialismo por parte del macrismo duro, que no está muerto, solo estaba dormido. 

 

Vidal y el manual de la institucionalidad

 

En paralelo, María Eugenia Vidal eligió su rol: la exgobernadora bonaerense, hoy al frente de la Fundación Pensar, celebró el envío del Presupuesto, pero marcó límites. Pidió institucionalidad, debate parlamentario, consensos reales. 

 

Lo hizo con sutileza, pero el mensaje fue claro: el PRO se mete en la cama presidencial, pero no gratis. Vidal le recordó a Milei que gobernar en minoría no habilita decretos eternos ni vetos caprichosos, sino diálogo político.

Para Milei, escuchar a Vidal es tragarse otro sapo. 

 

Pero la doble estrategia de Mariú —adentro con la firma del PRO, afuera con su identidad propia— refuerza la presión para que el Presidente abra la puerta a la conducción macrista.

 

El Milei que se presentó con motosierra, gritos y puteadas terminó atrapado en un discurso monocorde de equilibrio fiscal. El Presidente que prometía arrasar con la casta hoy depende de la casta macrista para sobrevivir. El outsider se volvió rehén de la franquicia que juró despreciar.

 

El equilibrio fiscal puede ser inamovible en los papeles, pero el equilibrio político se desmorona. Macri lo olfateó y ya colocó la primera ficha: la anexión comenzó. Milei bajó el copete y agradeció al pueblo por “su temple heroico”. Lo que no dijo es que su oxígeno ahora depende de los ojos celestes de un expresidente que no perdona ni olvida.

 

El Milei original se terminó. Lo que viene es un gobierno en liquidación, con Macri esperando en la caja para llevarse el saldo. Es que Mauricio Macri tiene un plus adicional, es una figura que dentro del descalabro con que se fue del Gobierno, terminó su mandato dando pelea y es una figura que todavía moja las bragas del “círculo rojo”. 

 

Hoy parecer moderado y democrático es garantía de algo. El ex Presidente lo sabe. Es el único que puede arrimarle cierto apoyo crítico con concesiones de parte de los Gobernadores del Centro como para mantener el doble comando pensando en 2027, que queda lejos. El Tano quiere seguir roncando decían las abuelitas y hace ruido como un Ford. 

 

 

El derrumbe de Milei en imagen

 

El recorrido de Javier Milei en sus primeros nueve meses de gobierno se parece a una montaña rusa que arrancó en la cima y hoy desciende sin frenos. Lo que en diciembre de 2024 aparecía como un capital político inédito —una mayoría social dispuesta a bancar el ajuste con la promesa de un futuro mejor— se transformó en septiembre de 2025 en un paisaje de expectativas quebradas y desconfianza creciente.

Las encuestas lo muestran con crudeza. Al inicio del mandato, más de la mitad de los consultados creía que su situación económica estaba mejor que el año anterior. Hoy, un 59% sostiene que está peor y solo un 40% rescata alguna mejora. La frase “estamos mal pero vamos bien”, que funcionó como anestesia en los primeros meses, perdió vigencia: la sociedad ya no compra futuro si el presente se derrumba.

 

El golpe más fuerte no es la percepción de la situación actual, sino la caída de las expectativas. En diciembre de 2024, un 57% confiaba en que la economía mejoraría en un año. Hoy esa cifra cayó al 40%, mientras que el 57% cree que estará peor. Es el quiebre más sensible para cualquier gobierno: cuando la esperanza se apaga, el margen político se esfuma.

 

La aprobación presidencial sigue la misma curva descendente: 57% de imagen negativa y apenas 42% positiva, el peor registro desde que llegó a la Casa Rosada. Entre los votantes de La Libertad Avanza, el apoyo también se erosiona: bajó 8 puntos en un mes. Y entre los opositores, el rechazo ya es casi absoluto.

 

Milei todavía se aferra al equilibrio fiscal como tabla de salvación, pero las encuestas anticipan lo que en la política es letal: un Presidente con menos credibilidad que votos, con promesas gastadas y con la sociedad corriéndose del lugar de “protagonista heroico” que él insiste en atribuirle. El derrumbe de su imagen es, en rigor, el derrumbe de la confianza que lo sostuvo.


Milei dejó atrás la era de los gritos y entró en la del bajo perfil. El problema es que sin gritos ni épica, solo queda el ajuste.

 

 

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