El legado de Pascualito Pérez, campeón olímpico y mundial peso mosca, a un hijo: «menos boxear, cualquier cosa»

Primer campeón argentino y mundial de peso mosca, después de ganar la olimpíada de Londres en 1948, "Pascualito" Pérez es el referente indiscutido de su hijo del mismo nombre, residente en la costa atlántica.

Deportes 27/11/2023
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Por Arnaldo Paganetti

También es Pascual: “Pascualito, si prefiere decirme”, acepta risueño ante Humanidad, tras confesar que a varios familiares varones directos les puso el mismo nombre, en homenaje a su padre, campeón olímpico amateur en 1948, en los juegos de Londres. Años después, merced a la gestión del entonces presidente Juan Perón – al que supo retribuirle su lealtad en el exilio posterior a 1955 pese a que, en rigor, no le interesaba la política partidaria -, tuvo la posibilidad de pelear en varias ocasiones con quien fuera campeón mundial de la categoría, el japonés Yoshio Shirai. La segunda fue por el título. Se coronó por paliza y mantuvo el cetro entre 1954 y 1960, lo que le mereció ser recordado como el mejor de su categoría.  A nivel internacional, a la par (o por encima, según los puntos de vista) de Carlos Monzón y Nicolino Locche.

Pero este es Pascual Pérez de 71 años, hijo (tiene un hermano menor, Miguel Ángel, que se dedicó al boxeo sin trascender), reside en Ostende, en la costa bonaerense, prácticamente retirado como coiffeur en un barrio humilde. Solo da turnos a amigos a los que maravilla con historias. Y, por excepción, a este periodista, que en lugar de golpes de izquierda y derecha como solía propinar sin dar ni pedir tregua “Pascualito” a sus rivales, escuchó reflexiones que ahora procura hilvanar: también un par de canciones a capella: “O sole mío” y el tango “Uno”, de Mariano Mores.

Armar un relato a partir de los recuerdos de Pascual, el peluquero (que rememora, el roce infantil con Perón y sus caniches en República Dominicana, después del golpe de la Revolución Libertadora), no resulta sencillo. Podría alterar o modificar lo que tanto han escrito sobre el legendario pugilista de menos de 50 kilos, que falleció a los 50 años, el 22 de enero de 1977, afectado por la depresión y la bebida en una clínica atendida por el hoy longevo Alberto Cormillot, flamante padre de Emilio, en 2021, a los 83.

“Podes cantar, tocar la guitarra, nadar, jugar al ajedrez, lo que quieras, pero no boxear”, asegura el peluquero que le ordenó Pascualito, a quien apodaban “el león mendocino”. Inquieto, confiesa ser budista y tener proyectos a 40 años vista. ¿Por qué no sacarlo a luz? También es machista y tiene una posición de rechazo al presidente de Ucrania, al que responsabiliza por la muerte de niños. Pero va de frente. No esconde. Como su progenitor único y excepcional al que hay que ubicar en un contexto histórico. El hombre es uno y sus circunstancias.

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Con total normalidad asegura que su padre, el ídolo – al que hoy los jóvenes ignoran por completo – era un “ingenuo” al que no le gustaba estudiar (cursó hasta segundo grado del primario), trabajaba como peón en el viñedo de su “tata” y veía noticieros de la época, en los que aparecía un boxeador negro gigante al que quería imitar siendo él tan chiquito: Joe Louis. Nació un 4 de abril de 1926 (dato que debería corregir Wikipedia, luego de publicarse esta nota) en Tupungato, en el Valle de Uco. La familia lo quería como jornalero o músico, pero él se las ingenió para ir a hurtadillas a un gimnasio. Estaba embelesado con el personaje – vaya si coincidió luego con su penoso destino final -, de un pibe que interpretaba a un luchador que se hace de abajo. En 1938 la interpretó Robert Taylor (se llamó “El gong de la victoria”) y 9 años más tarde, Mickey Rooney (titulada “Killer McCoy”). Para los amantes del género.

Pascual, el hijo, va saltando de tema en tema. Pareciera que quiere aturdir al periodista, mientras se escuchan ruidos de talleres vecinos, donde se hace chapa y pintura a los autos. Refiere que en el tercer gobierno peronista, el iniciado el 11 de marzo de 1973 – estaba divorciado desde 1959, resentido con los “malditos que lo habían engañado”– , se le dio una pensión graciable y un empleo en un ministerio.

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Pascual "Pascualito" Pérez Hijo en su peluquería.

La cuestión sentimental pesó y mucho. Defraudado de la primera esposa Herminia Amalia Ferch (madre de Pascual y Miguel), empezó a hacer agua en su carrera. La había conocido en Mar del Plata, en uno de sus combates en el Hotel Provincial. Ella admiraba el boxeo y cuando se enamoraron ya tenía una hija. Más tarde se unió con Selva Célis, con la que tuvo una panadería en la estación Independencia de subte (Constitución-Retiro). Cuando él llegaba de improviso, el piberío lo secundaba y él, generoso, les hacía entregar gratis los alimentos. Iban a pérdida con su presencia.

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“Las copas ayudan a soltar la lengua”, se sincera Pascual Junior para contar la decepción de su “viejo” cuando sufrió la exacción de ganancias de unos negocios en la estación de Once del Ferrocarril Sarmiento. Allí supo tener otra panadería y una verdulería con otros dos socios, tras la ayuda brindada por el dirigente metalúrgico Lorenzo Miguel.

“A mi padre le robaban, él nunca le sacó nada a nadie”, refiere y asegura que con su intervención, logró que sus ingresos de su padre subieran exorbitantemente. “Ahora en el único en que confió es en vos”, repite una y otra vez que le susurraba al oído “el león” ya aquejado por una dolencia hepática. Pascualito, el de las tijeras, siguió aquerenciado a su madre Herminia hasta el final, en 2015, pero nunca dejó de reprobar cómo se comportó con el desprendido jefe de familia.

“No murió en la pobreza. Nunca tuvo que limpiar zapatos en la calle ni vender diarios”, sale al cruce de diferentes versiones publicadas a lo largo de los años.

Los restos del campeón olímpico, argentino y mundial reposan en el Cementerio de la Chacarita, cerca de los de Oscar “Ringo” Bonavena. Una empresa sueca que ahora explota los terrenos donde nació Pascualito ofertó para trasladarlos a Tupungato, Mendoza, para hacer un santuario y convertirlo en atractivo turístico. Pero en este caso, tijera cortó papel, por decisión del peluquero de Ostende. Sus guantes, medallas de plata y oro y un cinturón de campeón esperan pronto aparecer en una vitrina. /// Fuente  Humanidad

Imagen destacada: Perón, en República Dominicana, escoltado por «Pascualito» Pérez y su esposa Herminia Amalia Ferch, apoyando su mano derecha sobre el hijo Pascual, peluquero en Ostende.

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