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A 39 años de Suzuka 1989, sigue diáfano en las retinas de los hinchas aquel toque entre ambos, que le dio el título de Fórmula 1 al francés.
Automovilismo25/10/2025
Un par de monstruos del volante. Dos estandartes del virtuosismo, que se convirtieron en las insignias del automovilismo planetario. Ayrton Senna y Alain Prost armaron uno de los más recordados antagonismos sobre una pista. Confluyeron en McLaren, el de los autos naranja y blanco, sponsorizados por la tabacalera Marlboro.
Hubo pica, se sacaron chispas, se miraron con bronca, se gruñeron, pero supieron recomponer la relación. A tal punto lo lograron que el francés fue uno de los que transportó el féretro del ídolo paulista a su última morada en Angra Dos Reis, tras Imola 94. Lo cierto que han transcurrido 36 años de una de las rispideces más grosas entre ambos y que se convirtió en el toque eterno, en el símbolo de los toques en pista.
Ocurrió un 22 de octubre de 1989, en Suzuka, sede del Gran Premio de Japón, penúltima fecha del calendario (se cerraba en Australia), que se transformó en una carrera histórica. Alain Prost festejó el título de esa temporada, Senna masticó toda la bronca que podía existir, y Alessandro Nannini se trepó por primera y única vez a lo alto del podio de la Máxima.

Era el Boca-River de la F1. El duelo entre los pilotos de McLaren estaba en su apogeo. Y encima ambos llegaban al Imperio del Sol Naciente con chances de título.
Alain Prost mandaba en carrera con Ayrton Senna tratando de seguirle el ritmo. La desesperación comenzó a ser mala consejera para el brasileño. Claro, veía que la se le escapaba la chance de título. Preparó el ataque con una apuesta fuerte y tomando alto riesgo. Así, en la 47° vuelta, Ayrton se tiró por dentro, el francés se cerró y lo que siguió fue inevitable: los autos se engancharon, siguieron de largo en la curva y quedaron fuera de la cinta asfáltica.
Quizás por la tranquilidad que le daba la diferencia de estar primero en el campeonato, Prost se bajó y se fue a boxes a pie pensando en que se había roto la suspensión. El brasileño, en cambio, recibió ayuda de los auxiliares de pista para que el motor Honda volviera a sonar.
Ingresó a los pits a cambiar la trompa (se había dañado el spoiler ). A partir de allí, el enorme paulista brindó una master class de manejo bajo presión. Sus propios récords fueron cayendo vuelta a vuelta hasta que doblegó a Nannini. Así fue que la bandera de cuadros cayó primero sobre el McLaren del sudamericano.
Quizás, allí se escondió una de las principales razones del público para idolatrarlo. Y más aún cuando el comisariato deportivo lo excluyó de la clasificación “por recibir ayuda externa”, con lo cual para la estadística el triunfo quedó en manos de Alessandro Nannini (Benetton/Cosworth), mientras que el podio lo completaron Riccardo Patrese (Williams/Renault) y Thierry Boutsen (Williams/Renault).
Sin embargo, luego la FIA dio a conocer que la exclusión de Senna había obedecido a que cortó el tránsito de la curva al reincorporarse a la pista tras el toque. Con ello, Alain Prost se aseguraba su tercer campeonato de F1.
Claro que esa historia no surgió de la nada. Hubo una cocina en donde se fue dorando y tomando forma, pero que terminó de fluir en Suzuka. Más allá de favoritismos por uno u otro, lo cierto es que se sentía en cada rincón del autódromo japonés que Alain Prost haría todo lo necesario, y más, para impedir el paso de Ayrton Senna. Y lo hizo.
Pero esa tensión venía hilvanándose desde hacía un tiempo. Según cuenta la leyenda, en Estoril 88 se dio una situación complicada entre ambos y se trató de solucionarlo. Con lo cual, en Imola 89 existía un pacto de caballeros entre los dos pilotos de la escudería anglosajona. Y tenía que ver con que aquel que se posicionara adelante en la primera curva determinaba que el otro debía quedarse atrás.
Senna picó en punta, Prost lo respetó, pero un accidente de Gerard Berger hizo que se detuviera la carrera. En el relanzamiento cambiaron las condiciones, porque el francés se fue adelante. Senna debía quedarse atrás. Nada de eso sucedió, porque el paulista sobrepasó a su compañero de equipo, quien elevó enseguida una encendida queja.
¿Hubo traición? Nadie se animó a ser decisivo, pero el brasileño se escudó en un argumento. Según su postura ese pacto contemplaba sólo a la primera salida, no con la segunda o relanzamiento.
Allí es cuando comenzó la crispación entre los dos, que fue salpicando a Ron Dennis (jefe de equipo), a la estructura de Honda, proveedora de los motores, y a la relación con el presidente de la FIA, el francés Jean-Marie Balestre. Ya nada sería igual.
La Fórmula 1 de 1989 era diferente a lo que se conoce en la actualidad. Es que imperaba el esquema de descarte, ya que el reglamento exigía eliminar los cinco peores resultados de la temporada. Esto benefició al brasileño, que logró acercarse a su archirrival para quedar en lucha directa por el título.
De todos modos, a falta de dos carreras (Japón y Australia), Ayrton era el dueño de las necesidades: debía ganar en Suzuka, en cambio el galo contaba con cierto margen de error.
Senna voló en clasificación, pero Prost pensaba más en el ritmo de carrera. No obstante ello, los dos McLaren movieron desde la primera fila. El piloto francés ganó la pulseada en el arranque y a pesar de los embates e intentos, Ayrton no lograba presionar a su rival, pero a seis rondas del epílogo llevó a cabo ese plan que tenía en su cabeza desde vueltas atrás. Cuando sus ruedas delanteras estuvieron a la altura del cockpit del francés comenzó la desaceleración de los dos motores Honda. Prost se cerró, Senna había puesto el auto allí. La gran y eterna discusión. Y el corolario terminó siendo el toque de los toques.
Luego lo sabido: exclusión del brasileño, título para el francés. Pero en el medio, Ron Dennis apeló la medida, que se confirmó 10 días después, con el agregado de una multa de 100.000 dólares y a una suspensión de seis meses para el brasileño.
La guerra entre Senna y la FIA se había declarado y continuaría durante meses, ya que el paulista sostuvo que en Suzuka se había tratado de una “manipulación del campeonato”. Ayrton se enfrentaba con el poder, como Maradona con la FIFA o Muhammad Alí contra su gobierno. La FIA amenazó con negarle la superlicencia para 1990, pero quedó sólo en una amenaza.
Un año después, llegó la revancha de Senna. Porque en Suzuka 1990, volvieron a encontrarse. El brasileño con el McLaren y Prost con Ferrari. Y en la primera curva chocaron, cuyas consecuencias fueron el abandono de ambos y el título de esa temporada se durmió en el bolsillo del paulista.
En aquella madrugada argentina, Senna, saliendo desde la pole, se hacía del lado sucio de la pista y decidió que no le iba a suceder lo mismo que un año atrás. Entonces, no cedió terreno, se llevó puesto al francés y el 1 quedó en su auto, ya que se proclamó campeón del mundo.
Por ello, aquellas fotos de 1989 y 1990 forman parte del muestrario de los choques más polémicos en la historia de la Fórmula 1.
Crédito www.t2.ar

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