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Diego y Federico Benavidez son hijos de Rubén y sobrinos de Juan Carlos, quienes revolucionaron el TC con un Dodge 1500.
Automovilismo03/09/2025
El 18 de febrero de 1978, en el autódromo de Buenos Aires, se disputó la 2ª fecha del Torneo Nocturno del Turismo Carretera para pilotos debutantes y no ganadores.
José Pontoriero, el “Tero”, se presentó con un Dodge 1500 de 2 litros preparado por los hermanos Juan Carlos y Rubén Benavidez, autorizado por la comisión directiva de entonces, para competir frente a los TC de 3 litros.
Cuando entraron en la última vuelta, parecía que Romel Viglianco iba a festejar con su Chevrolet, pero hizo un trompo y la victoria quedó para el “Milqui”, seguido por las GTX de un tal Oscar Aventin y Marcos Loioco.
Ese fue el génesis del TC2000, porque el modelo de menor cilindrada no fue aceptado en el campeonato de TC y los Benavidez, con un grupo de pilotos y preparadores, se metieron de lleno en un proyecto para crear una nueva categoría…

En ese contexto nacieron y crecieron Federico (1981) y Diego (1984), hijos de Rubén. “Nos criamos en el taller, porque estábamos todo el día ahí. Creo que mi primera carrera fue una de TC2000, cuando tenía ocho años, que nos fuimos con el equipo viajando toda la noche. En ese momento atendían una Renault Fuego de Luis Belloso”, recuerda Fede con Tribuna 2.
“Yo a mi viejo lo veía muy poco en casa, siempre estaba en el taller trabajando, porque no había horarios. En esa época, el TC2000 era muy exigente, pasabas muchas horas en el taller y la familia quedaba de lado; se dedicaban solo al auto de carrera y, si te quedaba tiempo, vivías la vida”, cuenta.
A lo que Diego acota: “Hoy está todo un poco más simplificado, más acotado. Antes se levantaban todos los días pensando en qué mejorar, qué hacer para andar más rápido”.
Y Fede agrega: “Vivimos la mejor época con el campeonato de Silvio (Oltra), me la pasaba en el taller, pero yo era fanático de Cocho, que tenía la agencia al lado, entonces me la pasaba yendo y viniendo”.
Haciendo sus propios caminos
Los chicos crecieron y se fueron forjando en el automovilismo, siempre en el taller familiar junto al viejo. “Hasta el 2000, porque él se alejó un poco del automovilismo y se dedicó a los autos de calle, a colocar equipos de GNC, yo quería seguir en el ambiente y me fui a lo de (Walter) Alifraco”, relata Federico.
Y Diego aclara: “Yo terminé el Secundario, como técnico mecánico, arranqué a estudiar ingeniería, pero los fierros tiraron mucho más e hice hasta segundo año. Ahí me metí de lleno en el automovilismo, en el taller, con algunos TC Pista y algo de TC”.
Hoy, además de continuar con el Benavidez Racing atendiendo el Chevrolet de Luca De Carlo, Diego trabaja en el LRD Performance de Diego De Carlo. “Estoy en la parte de ingeniería, con cámaras y adquisición de datos, y en la semana colaborando en lo que se puede en el taller”, explica.
Federico tuvo más recorrido, en distintos talleres y equipos. “Trabajé con Fabián Fuentes, mucho tiempo con Alberto (Canapino), estuve en el Top Race trabajando con (Juan Carlos) Pianetto, y de todos aprendí, pero Alberto era un distinto, un apasionado, un loco. En el tiempo que a mí me toca compartir, los reglamentos estaban más acotados, y él siempre tenía algo para explotar y es donde hacía la diferencia”, comenta el hoy jefe de equipo en el Fispa Corse, estructura que atiende el Mustang de Julián Santero.
Y se explaya: “Cuando vos podías hacer los autos a tu criterio, eran miles los caminos que podías agarrar. Con el tiempo los reglamentos se fueron acotando y los caminos eran menos y más cortitos. Si a vos te dicen el radiador va acá, el canalizador acá y la trompa acá, mucho no podés hacer. Y a mí siempre me sorprendió que él buscaba y encontraba, y decía: ‘¡Cómo no se me ocurrió antes!’. En la época de los tres campeonatos de Agustín, en 2017, 18 y 19, yo entraba al taller y por ahí lo encontraba a Alberto tirado boca abajo al lado del auto y me decía: ‘Che, Fede, capaz que podemos hacer esto…’, y por ahí arrancábamos de una idea chiquitita a laburar todo el día. Eso me encantaba, la dinámica de inventar cosas”.
Sobre el final de la nota, T2 les pregunta sobre la posibilidad de tener un equipo de TC, juntos, en un futuro no muy lejano, y Diego asegura: “No lo descarto. A veces las cosas se dan solas, por naturaleza, así que veremos. Mi hermano es una mano de obra impresionante, quizás él se dedicó más al taller y yo fui más de estudio, y siempre estamos terminamos hablando de lo mismo, de automovilismo, así que quién te dice…”.
Seguramente, cuando estos hermanos Benavidez se junten, quieran revolucionar el TC… Tal como hicieron Juan Carlos y Rubén a fines de los 70’.
Crédito www.t2.ar

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